20 años atrás, 20 hacia delante

Empezamos dibujando a mano, con escuadra y cartabón, paralex y mesa de dibujo. Entonces el paso del boceto a lápiz al plano era casi inmediato. Dibujábamos a escala según el formato del papel. Íbamos con rollos por aquí y por allí. Y salimos de la escuela dibujando con ordenador, donde la pantalla era  un espacio indefinido basado en el zoom del ratón y en la capacidad de los píxeles del monitor. Entonces, la realidad empezaba a hacerse líquida. Aparecieron poco a poco, las cámaras digitales, los móviles e internet mientras empezábamos a construir lo que imaginábamos saltando del papel a la pantalla.

También llegó la especulación, las crisis y las desigualdades que ahora padecemos.

Ahora muchos de los temas entonces latentes se han empezado a consolidar. La sostenibilidad, el interés social y económico, la rehabilitación…Pero sigue siendo importante insistir, perseverar.

¿Qué queda por hacer? Tenemos mucho edificio por rehabilitar y hacerlo sostenible. El edificio puede generar toda la energía que necesita y esa es una clara dirección hacia la que hay que ir. 

Los parámetros de habitabilidad también hay que mejorarlos. Debemos procurar crear espacios más habitables y polivalentes, bien iluminados y ventilados, bien dimensionados. Estos son criterios que el mercado inmobiliario debe hacer suyos y alejarse de una vez por todas de la especulación y de la simpleza funcional.

Debemos insistir en la condición social de la arquitectura y generar espacios de relación ricos y polivalentes. Hay que enlazar la arquitectura con la vida y generar sistemas incluyentes para su gestión. Es tan importante la forma de los espacios como su gestión.

Y por último, no hay que desatender los valores sensoriales y emocionales de la arquitectura que nos enlazan con el mundo físico y con el inconsciente. Razones que forman parte de nuestra identidad, como la historia, y que no podemos olvidar.