El proyecto de cambio de uso que llevó al antiguo edificio de viviendas, y fábrica de piezas de dóminó a convertirse en el actual Hotel partía de la defensa de los puntos clave de su identidad constructiva.
Estos puntos clave eran la conservación de los elementos que conformaron el edificio en 1920, pero también el respeto a la función que ejercen, a la forma de construirse y a los materiales utilizados, principalmente madera y cerámicos.
Los acabados tenían la importancia de poder transmitir esa defensa de la identidad constructiva que se estaba llevando a cabo en todo el edificio, por ello se dejaron los forjados, los muros y las vigas «en crudo «en donde la normativa nos lo permitió. En los suelos se realizó una ardua labor de recuperación de las hermosas baldosas hidráulicas preexistentes .Estas se repusieron en la planta cuarta, baja y zonas comunes, conformando juegos de agrupaciones modernas pixeladas, y otras más clásicas formando tapices.